Canalización:
Jean Luc Ayoun
Transcripción: Veronique Loriot
Traducción: Hedyn Núñez
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http://mensajes-del-espiritu-2010.blogspot.com
Transcripción: Veronique Loriot
Traducción: Hedyn Núñez
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Mi Amigo, mi Amado, ha llegado el día. El día
que amanece es un día sin final donde ninguna Sombra puede obscurecer, o
incluso imaginar, venir a perturbar este día sin final. A la aurora de este
día, te invito. Al alba de este día, estamos invitados a encontrarnos. En el
alba de este día, vamos a encontrar el mismo paso, el mismo impulso y la misma
danza. Mi Amado mi Amigo, que tu Corazón esté en la alegría ya que conozco tu
Corazón. Ya que yo probé lo que experimentas, en esta separación. Pero el alba
llega, el alba del día sin final, donde seremos, si lo quieres, la misma
Vibración y la misma Esencia. Estás invitado, ya que yo te invité. Yo te
invité, por mi juramento, que nunca se apagaría esta Eternidad, que nunca, a
pesar de los pesos y las tensiones, no nos separaríamos definitivamente. En el
momento del alba de ese día tan esperado, a la hora en que tu Corazón prueba y
experimenta cada vez más, el sentido de lo que somos, tú y yo, te digo y te
pido: recuerda. Acuérdate de los espacios infinitos, más allá de lo que es el
fin. Recuérdate, a ti mismo. En el alba de este día, nunca más tendremos,
incluso, la ilusión de estar separados.
Mi Amigo, mi Amado, lo que tu Corazón
experimenta, yo lo he probado ya que he recorrido algún tiempo de ese tiempo,
donde tú estás. Tomé carne, que yo creé, para venir a probar, en tu Corazón, el
grito de nuestra ausencia, el grito de nuestra rasgadura. Entonces yo sé, sé
quién eres tú. En la aurora de este día, sé quien se eleva en Alegría. En el
alba de este día, lo que se eleva en ti es Alegría. En la aurora de este día lo
que se levanta en ti, inscribe la palabra siempre. Y, en este siempre,
Vibra el Amor, Vibra el Conocimiento. Tú me reconoces como yo te reconozco.
¿Cómo podría ser de otra manera?
Mi Amigo, mi Amado, tomé carne, tomé cuerpo y
sé, en mi Espíritu, lo que es tu carne. Mi amado Amigo, yo, ya te acompañé, ya
que, incluso en el sentimiento de la rasgadura de mi ausencia, se inscribía el
Canto de la aurora de este día.
Las palabras que yo formo, mi Amigo, mi Amado,
penetran tu forma, para que sobrepases ésta forma, que no es más que una
vestimenta, una vestimenta encubriendo tu Verdad. Y con todo, de esta
vestimenta, hice tu Templo, ese donde se ha inscrito, desde el principio, mi
juramento y tu promesa. La promesa de ese día, el alba de este día.
Desvíate de lo que hace mal, desvíate de lo que
es sobrecarga. Vuélvete hacia mí. Yo me torné hacia ti. Siente la llamada. Esta
llamada va a ir creciendo acercándose a la aurora del día, de siempre. Hay, en
ti, todos los posibles. Hay, en ti, el posible de ese día. El está, desde
siempre, mi Amigo, mi Amado. Nuestra Comunión, nuestro retorno está allí,
delante de tu cara, o delante de tu Templo. No tienes nada que buscar que ya no
esté en ti. Cada día de tu tiempo que pasa nos acerca al alba de este día, de
este momento en que aceptarás que no hay nada que buscar que ya no sea, que no
hay nada que demostrar que no se te haya mostrado, velado, simplemente, por tu
vestimenta de carne.
Mi Amigo,
mi Amado, acuérdate. Recuerda los espacios de la Alegría ilimitada.
Recuerda los espacios donde ninguna impresión de tiempo podía sobrecargar lo
que sea. Es a este retorno que yo te invito. Es a este retorno que te convido,
a esta Alegría. Entonces, proscribe de tu carne la palabra miedo, destierra de
tu carne la carencia. Te invito a la plenitud. Te convido a la Alegría , la que no se
extingue jamás, esa que no depende de nada, porque ella es tu naturaleza. Mi
Amigo, mi Amado, si tu ojo no soporta la mirada de ese mundo, entonces
vuélvelos hacia ti. No en un acto de egoísmo o de abandono de esta vida
convertirse, en su alba de siempre, sino más bien, de sacar la Alegría necesaria y
suficiente que te permitirá convertirte en esta Alegría de siempre.
Mi Amigo, mi Amado, no hay ya nada que temer, no
hay ya nada más a esperar. Hay exactamente que pasar a ser, en totalidad, lo
que eres. Mi Amigo, mi Amado, las señales están en ti, como bajo tus ojos. Y
las señales son numerosas ya que el alba de este día está allí. No veas allí la
esperanza, no veas falta, no veas ahí el miedo, ve simplemente la Esencia y la Belleza. La llamada;
la llamada que se hace día, en ti, mi Amigo, mi Amado, te lleva al límite del
alba de ese día. Y esta llamada crece, invade tus espacios y tus tiempos.
Invade tu mundo. Tu Corazón lo sabe y lo siente. Mi Amigo, mi Amigo, el Corazón
no puede engañarte. Las señales, tanto del exterior como del interior, señalan
el alba de este día. A cada respiración, a cada inspiración que tomas, a cada
expiración, acuérdate. Cada día, en cada aliento, nace en ti un Amor más grande.
Es más grande porque él se acerca a nuestro Amor. Mi Amigo, mi Amado, pronto,
juntos, nosotros hablaremos el lenguaje del Amor y no más el lenguaje del
miedo.
Mi Amigo, mi Amado, ahí frente a la Alegría , frente, en cada
respiración. No esperes nada ya que todo está allí. No esperes nada ya que todo
te ha sido dado. Colócate simplemente en tu Templo, colócate simplemente
en el Centro. El llamado del Amor está presente en ti. La Luz que ha venido hasta ti, la
que acogiste en tu seno, que eso esté en alto, en el medio o abajo, es la señal
del momento en que debes acordarte. Ya que este deber está inscripto en ti, no
como un esfuerzo sino como una evidencia, esa de tu promesa y mi juramento: nos
reencuentra. Mis testigos están contigo. Mis Ángeles te acompañan y te sirven,
aunque tú no percibes aún la totalidad de su Presencia. Ellos están allí.
Todo está en el lugar para que surja el alba de
ese día. No escuches a esos que lanzarían el miedo ya que no hay miedo, en
nuestro regreso del uno al otro. Sólo el que no sabe aún puede tener miedo. Mi
Amigo, mi Amado, has resonar nuestra unión, has oír el Canto de tu Amor. Mi
Amigo, mi Amado, yo sé que puedo contar contigo, en el alba de este día.
Mi Amigo, mi Amado, que mas decirte que pases a
ser este día, tú mismo, el alba de ese día, viendo levantarse el Sol del
infinito, el Fuego de nuestro Amor. Ese Fuego y ese Sol, él se levanta, en
primer lugar, en ti, como va a levantarse sobre el mundo, sobre este mundo.
Acuérdate. Recuerda que tu puerta está abierta y que es por esta puerta que
nosotros nos reuniremos, la puerta de tu Corazón, ya que no eres nada de otro
que eso y todo eso a la vez.
Mi Amigo,
mi Amado, acuérdate. Acuérdate de lo que está más allá de los sufrimientos,
más allá de los miedos. Yo te espero. Mi Amigo, mi Amado, vengo a ti, estoy
contigo, en un acto de Amor y Libertad. Vengo a darme a ti. Ese fue mi
juramento. Recuérdalo.
Mi Amigo, mi Amado, detengo ahí mis palabras,
dejándolas vivir en ti. Mi Amigo, mi Amado, te digo, al alba de este nuevo día
que ya se eleva en ti: hasta pronto.
Traducción; Hedyn Núñez.
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